jueves, 21 de marzo de 2013

Él.

Él está tan lejos ahora, tan lejos iré para sólo ver y amarlo con la mirada. Cada mentira que inventé, cada canción, cada sonrisa que fue hecha para él. ¿Cuan viejo es este sentimiento? Tantos momentos que ya no volverán.
Volvimos a ser unos simples extraños, y yo trato de alcanzar tus sentimientos. Oh, mi sonrisa perfecta. Amor, vuelve, entiende mis señales. Amor, es algo extraño, difícil de encontrarlo.

domingo, 17 de marzo de 2013

En todas esas sonrisas malas.-

Generalmente escribo para desquitarme, cuando ya no quiera llorar más, para sacar a la luz mi felicidad...simplemente para desahogarme.
Desde chica que tengo un problema a mi dentadura. Como a los siete años, o quizás más, menos, no sé, comencé a tratarlo.
Me habían puesto frenillos, de esos que se pueden quitar, pero eran tan incómodos de usar para mi, que yo ni si quiera me los ponía. Ya en mi adolescencia, por ahí, comencé a sufrir las consecuencias. Comencé a cruzarme con gente insegura, que no estaba contenta consigo misma, compañeros de curso, chicos del colegio, hasta gente que ni si quiera la había visto en mi vida.
Iban y venían, diciendo cosas como -¿Por qué tienes la "pera" tan grande?-, -Ella tiene la "pera" como tal persona-, -¡Ahí viene la "pera"!-...o sólo me miraban, hablaban entre ellos y se reían.
¿Y yo, qué hacía? Nada más que llorar. Sentía que si les decía algo para que lo dejaran, ellos se burlarían más de mi, pensaba que unas simples palabras no afectarían en nada, ni que tendrían significado alguno para esas personas.
Mi abuelo me decía que yo tenía que ser fuerte, tener buena postura y decirles algo para que dejaran de molestar. Pero no podía hacerlo. Escondía todas esas palabras entre lágrimas y sollozos. Quedaba como una gran débil delante de toda esa gente.
Hace como un año, más o menos, mi mamá me regaló un cuarzo. Se convirtió rápidamente en mi amuleto. Me ha acompañado siempre. Y cada vez que me lo saco y al otro día no me lo pongo, pasa algo malo.
Ahora puedo vivir un poco más tranquila, ya que hace poco empecé nuevamente el tratamiento. Tengo que esperar hasta que me pongan los frenillos y hasta los dieciocho años para darle fin a este sufrimiento.
"Yo trataba de pasar cuidadosamente por su lado, con miedo y tristeza en los ojos. En todas esas caras, habían sonrisas que eran malas. Trataba de alejarme de todos ellos, pero pareciera como si siempre estuvieran en mi jardín. Cuando no podía dormir por las lágrimas, cuando siempre recordaba esas sonrisas, cuando siempre me quedaba paralizada cuando me gritaban algo. Me paseaba impacientemente para poder salir de esta jaula, y volar.
Volar, como si fuese un hermoso pájaro, como si las alas fueran mías, como si no hubiera pasado nada.
Es sólo otro día más que pasa, sólo otra asquerosa mañana, sólo otro minuto más de sonrisas malas, sólo otras palabras bromistas. 
Yo rezaba para que me olvidaran, yo lloraba y abrazaba a mi madre, hasta que el momento soñado se acercara, hasta que ya no necesitara que me abrazaran.
Yo trataba de distraerme con música, ella alcanzaba una sonrisa o dos. Yo escribía mi historia, para poder desahogarme un poco, aunque algunas veces llegaba a llorar. Y mis ojos se empañaban, y los tenía que cerrar, respirar hondo, tomar mi guitarra, y pensar en algo que tocar, y con su melodía poder volar.
Volar, como si no tuviera nada de que preocuparme, como si sólo tuviera que preocuparme de sonreír, sólo para olvidar las sonrisas malas."