jueves, 4 de julio de 2013

La niñez.

Tenía las manos partidas, como cualquier invierno anterior.
La diferencia era, que era verano, y estaba yo pisando la arena, y observando el mar; una noche cálida.
Recuerdo que las ondas sonoras de mis risas, retumbaban en aquel gigante globo. Era algo mágico. No podía pisar el agua, que estaba bajo mis pies. Era como si volara. Era algo lindo. Fue cuando mis ojos veían que todo estaba bien. La niñez, como añoro mi niñez.
Odio ver que ahora, ella es sólo fotografías en mi mente, y nada más. Son imágenes, y nada más.
Mi madre sonreía, y no me escuchaba, ni yo tampoco podía escucharla a ella.
Estábamos tan distantes, y tan cercanas a la vez.
Estamos tan cercanas, y tan distantes ahora. Es algo horrible.
La niñez. No puedes saber nada, hasta que tengas más años que ellos. No puedes saber que tu madre casi se vuelve loca, por tres tipos de depresión. No puedes saber que tu apellido, ni si quiera es tu verdadero apellido.
Tú, chiquito, no puedes saber nada.
Yo gritaba, y ella no escuchaba. Nadie lo hacía.
Tú, chiquito, no tienes opinión de nada.
En aquella infancia, habían tantas risas, tantos sucesos, que luego se convertirían en viejas anécdotas, tantas personas felices, que ahora no lo son tanto. Que no lo son desde aquellos tiempos, pero que no lo querían dar a demostrar.
Este verano, se supone que será como aquel verano. Yo estando en la misma casa, mis padres sin discusiones ni preocupaciones, yo estudiando en la misma escuela...Como aquel verano.
Este verano, se suponía que sería como aquel verano. Pero no será así. Tendré nueva casa, mis padres tendrán discusiones y preocupaciones, ya no estudiaré en la misma escuela...No como aquel verano.
Me duele dejar todo, pero a la vez me da una inmensa alegría.
Podía dejar atrás esas tristezas disfrazadas de alegrías, esos llantos disfrazados de risas, esas discusiones disfrazadas en besos...Todas mis fotografías de mi infancia.
Es increíble como pueden haber tantas personas inconscientes, hablo de personas específicas. No se dan cuenta de los moretones que tengo, y aún así, siguen haciendo que ellos se hagan más y más grandes. Aún así, quiero mucho a esas personas. Y perfectamente podría decir que ellos son una mierda, y que los odio. Si ellos nunca se hubieran "amado", yo no estaría aquí por ningún motivo.
Ahora, a mi trece años, descubrí que la mejor manera de vivir, es yéndote a la mierda. Siempre he vivido en ella, no hay nada que hacer.
Tenía las manos partidas, como cualquier invierno anterior.-