miércoles, 28 de agosto de 2013

Las eternas vacaciones.

He decidido dejarlo todo. Mi cuidad, mi país, mi escuela, mi vida, mi todo.
Me siento tan pequeña ahora, que sólo cuentan mis sueños y no mis verbos.
Me siento tan errónea, sólo porque tengo más errores que cosas correctas. Eso es lo que pienso. 
Me siento tan tonta. Lo único que hago es decir cosas, sin pensarlas siquiera, dos veces. Por eso es que me voy. 
Me siento tan vulgar. Tener que despedirse de papá, de mi pequeña compañera de ojos celestes, yaciendo quizás en dónde. Pensar en que la vida es dura. Pensando vulgaridades. 
Me siento tan cansada. La mochila que llevo se está rompiendo de tanto peso que tiene. Se está deshilachando, y me doy cuenta de que a muchos de mis compañeros les está pasando lo mismo. Y lo peor es que nadie se da cuenta.
Me siento tan extraña a veces, que ni si quiera me reconozco a mi misma cuando acabo de hacer algo que, jamás pensé que lo haría. Me sentí extraña cuando esa cosa tan desgraciada, recorrió mi boca, mi garganta, mis pulmones, hasta llegar a mi estómago y devolverse hasta mi exterior. 
Me siento tan desconocida, también. Desconocida las veces que traté de destrozarme a mi misma. 
Me siento de tantas formas, que ni si quiera podría trazarlas en un trozo de papel, ni si quiera poder garabatear tu corazón, para que sientas cómo siento todo esto. Todo esto, que simplemente, es una mierda.
No ando con ganas de que medio mundo me diga que me estoy volviendo loca, sólo porque exploto cada un mes, trece horas, cinco minutos y veinte segundos. 
Tampoco ando con ganas de que me miren y lancen esas odiosas y provocativas risas a mis espaldas. Y estoy tratando, tratando de no mirar atrás, de no mirar todo el desorden que tengo en mi cabeza, en mi vida, en mi espacio, en el rostro de algunos. Estoy tratando de sonreír todo el tiempo, pero aveces llega aquella persona, aquella sombra y cose mis labios. Hace que respire unas treinta veces rápidamente, ahogo mi angustia, desato mi nudo que se forma en mi garganta, seco el sudor que tenía en la frente. Luego espero a que pase un mes, trece horas, cinco minutos y veinte segundos, y comienza mi respiración, comienza mi angustia, se ata un nudo dentro de mi garganta, el sudor escapa por mis ojos. 
Por eso es que aveces desearía ver todos mis malos recuerdos incendiarse. Ver las llamas, sonreír, tirar mi mochila, comprar una nueva. Comprar un nuevo uniforme, nuevos cuadernos...armar mi vida otra vez. 
Estoy algo aburrida de todo. Por eso es que me marcho, gracias por leer, por ayudarme, gracias por todo. Me voy a dar mis eternas vacaciones. 

-Con mucho cariño, Chio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario